Seguramente el día en el que Jars aprendió a pronunciar la palabra historia, algo por dentro se supo mover. Una especie de remolino, de chispa, de corriente que, hasta hoy, permanece en su pecho. Hay algo tremendamente lumínico en ellas (las historias) que lo sedujeron desde que era niño.

Recuerda que su papá contaba muchas, a cada cosa le inventaba un relato y él, con una imaginación todavía muy limpia, iba recreando. Su infancia fue feliz: jugando canicas y escuchando ficciones. Reposando entre árboles. Evidenciando, muy de cerca, que el amor era humano, enorme y se nombraba con papá y mamá.

Jars es Jair. Su apodo lo tiene gracias a unos jefes australianos y a unos amigos gringos que no supieron pronunciar su nombre. Su sobrenombre, corto y sonoro, pasó a ser también el de su empresa, el inicio de su camino en el mundo audiovisual, su profunda convicción por narrar las honduras y las anchuras de cada vida. Allí reposan su cualidad singular, su fuerza y su mirada.
 

​Han sido 10 años que no serian posibles sin la gracia de Dios, la ayuda y apoyo de su esposa de contar historias para ir mas alla, al corazon de de las almas enamoradas y con un amor salvaje traspasa fronteras. Con el paso del tiempo Jars siguió latiendo mas fuerte por un equipo de amigos

que se fueron uniendo a este bello proyecto que hace que hoy seamos familia, seamos

JARS FILMMAKERS.

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(Texto realizado por LA LIBRETA MORADA)